28 de septiembre de 2010

La clase de hoy la hemos dedicado prácticamente a el análisis de secuencias de clases de educación física basándonos en los aspectos: ¿Qué hacen los alumnos?, ¿Dónde se hace la clase?, ¿Qué hace el docente?, ¿Para qué se hacen las clases? A partir de esto hemos abierto un diálogo que nos a llevado a debatir otra cuestiones como la disciplina y ser autodisciplinado.

En su acepción más común para algunos autores, la disciplina es la capacidad de enfocar los propios esfuerzos en conseguir un fin. Etimológicamente, la disciplina hace referencia a la instrucción dada a una persona. El propósito es dar forma al carácter y al comportamiento de un individuo para conseguir una eficiencia máxima en alguna labor. Así podemos decir que la disciplina escolar, se aplicaría en las escuelas para conseguir un mejor aprendizaje. La disciplina ha adquirido connotaciones negativas, debido entre otros factores al uso que hicieron de ésta ciertas ideologías totalitarias durante el siglo XX, así como a los antiguos métodos educativos, en los cuales amparaba el uso de la violencia contra los alumnos.

En cambio la autodisciplina, la podemos definir como la capacidad de llevar a cabo una acción por nosotros mismos con independencia de nuestro estado emocional. Si analizamos esta palabra observamos que descansa sobre 3 pilares fundamentales:

• Aceptación: convencimiento total de acometer un reto, una meta, una tarea, unos nuevos hábitos.

• Fuerza de voluntad: determinación total a la hora de ponerte a hacer tu tarea sin excusas y con buen ánimo.

o Esfuerzo y constancia.

En mi opinión creo, que en las clases de Educación física deben de coexistir ambos términos de forma paralela. La disciplina se le tiene que administrar al alumno en pequeñas dosis, no hay que pasarse a la hora de dar disciplina. La autodisciplina como bien hemos visto se la aplica uno mismo, por lo que sería conveniente que motiváramos a los alumnos para que así la desarrollaran cada vez más, ya que esto se mejora ejercitándolo día a día.